Imagina estar tras la puerta abrazando a tus hijos y pareja…
Imagina que una mujer que ni siquiera tiene la necesidad de estar ahí. Que hace su mejor esfuerzo para hablar tu idioma. No sabes qué hacer y el miedo de salir o siquiera asomarse pero hay alguien con un megáfono gritándote desde le calle que no eres un prófugo y que vales más que una orden ejecutiva. ¡Se eriza la piel verdad de Dios!